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·¢ÐÅÈË: IVAN VALAREZO <valarezo7@hotmail.com>, ¿´°å: education
±ê  Ìâ: (IVóú): EL SE¡õR NOS FAVORECE EN SUS D¡õS FESTIVOS
·¢ÐÅÕ¾: n/a (Sun Dec 17 06:11:48 2006)
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S¡õado, 16 de diciembre, aãÄ 2006 de Nuestro Salvador
Jesucristo, Guayaquil, Ecuador - IberoamâÝica


(Este Libro fue Escrito por Iv¡õ Valarezo)


EL SE¡õR NOS FAVORECE EN SUS D¡õS FESTIVOS

Ciertamente la ira de nuestro Padre Celestial es söËo por un
momento, pero su "amor y su favor" dura toda la vida, en la
vida del hombre obediente a su nombre sagrado. Puesto que,
por la noche, como siempre, dura el llanto del coraz¡õ
agobiado por las tinieblas de su mal eterno, sin el amor de
Cristo en su coraz¡õ; pero al amanecer vendr¡õla alegr¡õ de
Dios a su vida, cuando por fin ha encontrado su ¡õica verdad
salvadora, en Cristo Jes¡õ, SeãÄr nuestro.

En verdad, la ira de nuestro Dios no es para siempre en
ninguno de nosotros, por m¡õ viles que seamos ante ¡õ; porque
si nosotros aceptamos a su Hijo amado en nuestros corazones,
como nuestro ¡õico y suficiente salvador de nuestras vidas,
entonces lo que era antes ira, ahora es amor eterno. Un amor
bendito, sin par alguno, de nuestro Dios y de su Hijo amado,
que söËo el Espê´itu de Dios lo conoce, desde las alturas,
desde siempre, desde tiempos inmemoriales, es decir, desde
los primeros d¡õs de la antig¡õdad, por ejemplo, (todo esto
lo que haya sido para Dios y para su reino eterno) y hasta
nuestros d¡õs.

Amor celestial e infinito, como lo indican sus adjetivos, por
ejemplo, que no tiene principio ni tampoco fin en Dios, ni en
ninguno de sus seres amados, creados por su palabra, por su
nombre sagrado como ¡õgeles celestiales y por sus manos
santas, como Ad¡õ y sus descendientes, en el para¡õo y por
toda la tierra de nuestros d¡õs, tambi¡õ. Por lo tanto, su
amor y su favor eterno son para vida eterna, en nuestras
vidas, por amor a la vida santa y eternamente gloriosa, de su
Hijo amado, el SeãÄr Jesucristo, en la tierra y en el reino
de los cielos, tambi¡õ, para siempre.

Y es precisamente ¡õte espê´itu de amor y de favor infinito,
por el cual Dios nos ha redimido del poder terrible de cada
una de nuestras enfermedades infinitas y de su muerte, en la
tierra y en el fuego eterno del infierno, tambi¡õ. Por eso,
la ira de Dios ya no tiene poder alguno en nosotros, si
permanecemos fieles al nombre bendito de su Jesucristo, por
ejemplo, en nuestros corazones cada d¡õ de nuestras vidas por
la tierra.

Adem¡õ, la ira de Dios es por causa de la maldad, del coraz¡õ
perdido de Lucifer, el cual quiso exaltar su nombre inicuo
m¡õ alto que el nombre sagrado de su Hijo amado, el SeãÄr
Jesucristo, en el coraz¡õ de todos los seres creados por su
palabra divina, en el reino de los cielos. Y esto fue un
error terrible para Lucifer y para cada uno de sus
seguidores, en sus millares, en el reino de los cielos y en
la tierra, tambi¡õ, como hombres y mujeres de gran pecado y
de gran maldad infinita, en sus vidas terrenales y pecadoras,
sin Cristo y sin el favor de Dios en sus corazones ciegos,
por ejemplo.

Pero nosotros no fuimos creados por la palabra de Dios, sino
por sus manos santas; por lo tanto, no somos de las tinieblas
de Lucifer, sino de la luz viviente de su coraz¡õ santo y de
sus m¡õ sublimes pensamientos, de amor y de felicidad
infinita, en el reino de los cielos y en toda su creaci¡õ,
tambi¡õ. Por esta raz¡õ, nuestro Dios siempre piensa en ti,
con "pensamientos de bien eterno" y no de juicio final, por
ejemplo, por tus culpas, por tus pecados para condenarte,
sino todo lo contrario.

Por ende, Dios piensa en ti, "porque has estado por siempre,
desde el comienzo de todas las cosas, en el m¡õ all¡õdel
reino de los cielos, en su coraz¡õ y en su mente, para
formarte y para llenarte de su vida sagrada con todas sus m¡õ
ricas bendiciones, celestiales y terrenales tambi¡õ, en
Cristo Jes¡õ, salvador nuestro". Y como nuestro Dios nos ha
creado por amor a sus m¡õ sublimes pensamientos de su
coraz¡õ, por amor a la vida y a la felicidad infinita de su
reino, entonces el pecado no tiene un efecto eterno en
ninguno de nosotros, como lo tiene, por ejemplo, en el
coraz¡õ de Lucifer o de los ¡õgeles ca¡õos del m¡õ all¡õ

Es decir, que el pecado aunque es destructor en nuestras
vidas, as¡õcomo lo es para con los ¡õgeles ca¡õos del m¡õ
all¡õ pues aun as¡õtenemos "la esperanza del perd¡õ" de
nuestro Dios, söËo por medio de la vida y de la sangre
bendita de su Hijo amado, el SeãÄr Jesucristo, viviendo en
nuestros corazones, como hoy en d¡õ. Por lo tanto, ¡õta
esperanza de vida y de felicidad infinita es exclusiva söËo
para los hombres, mujeres, niãÄs y ni¡õs de la humanidad
entera, de todos ellos que le amen a ¡õ, en el espê´itu y en
la verdad infinita del nombre sagrado de su Hijo amado, ¡²l
SeãÄr Jesucristo!

Por esta raz¡õ, la ira de Dios no se puede apartar de la vida
pecadora de Lucifer o de sus ¡õgeles ca¡õos, por ejemplo,
pero si del hombre, si tan söËo cree en su coraz¡õ y as¡õconfiesa con sus labios su nombre bendito y eternamente
salvador de su vida, en la tierra y en el para¡õo, tambi¡õ,
para siempre. Y esto es algo, que Dios ha hecho maravilloso
por amor a su nombre santo, por Ad¡õ y por cada uno de sus
descendientes eternos, comenzando con Eva su esposa, por
ejemplo, en el para¡õo y en toda la tierra, de nuestros d¡õs
y de siempre.

Entonces si la ira de Dios est¡õen tu vida, mi estimado
hermano o mi estimada hermana, en verdad, ha de ser por tan
söËo un instante, un corto tiempo de duraci¡õ, y no te har¡õning¡õ daãÄ eterno, sino que te "corregir¡õlo necesario" de
tu pecado y de tu locura, de haber pecado en contra de ¡õ.
Porque Dios mismo la apartara de tu vida, para no destruirte
como destruyo a los ¡õgeles ca¡õos, en el d¡õ que pecaron en
contra de su ÒÜbol de vida eterna, el SeãÄr Jesucristo, por
ejemplo, al intentar humillar su nombre santo en los
corazones de los ¡õgeles; algo que jam¡õ debi¡õhaberse hecho
al nombre de Jes¡õ en el cielo.

Porque es la ira de Dios que destruye el pecado junto con el
pecador o pecadora, si ¡õ o ella no se apartan de su mal
eterno, arrepinti¡õdose de su mal ante su Dios y ante su
ÒÜbol de vida eterna, el SeãÄr Jesucristo. Porque en el d¡õ
que Ad¡õ peca, como Lucifer lo hab¡õ hecho siglos antes,
entonces la ira de Dios sali¡õde la santidad de nuestro Padre
Celestial, con gran dolor en su coraz¡õ y en su alma santa.

Y as¡õcomo nuestro Padre Celestial derramo su ira por culpa
del primer pecado de Lucifer y luego de Ad¡õ tambi¡õ, en el
reino de los cielos, caus¡õdole gran dolor en su vida, como
jam¡õ lo hab¡õ experimentado en todos los d¡õs de su vida de
perfecta santidad, en el cielo. Entonces el Espê´itu Santo de
Dios se derramo poderosamente sobre toda la tierra, para
subyugar eternamente y para siempre, a cada uno de los
poderes eternos del pecado, para que la ira de Dios no
destruya el cielo y toda la tierra, tambi¡õ, junto con ¡õ.

Y como el Espê´itu de Dios se derramaba sobre toda la tierra,
por causa de la ira de Dios, en contra de las profundas
tinieblas de Lucifer y de sus ¡õgeles ca¡õos, por ejemplo,
entonces Dios hac¡õ esta gran obra sobrenatural, para
"preparar el camino" del hombre hacia su encuentro personal,
con su ÒÜbol de vida, su Hijo amado. Porque söËo el SeãÄr
Jesucristo es el salvador perfecto de su vida infinita, en la
tierra y en el para¡õo, tambi¡õ, para siempre.

Aqu¡ões, cuando nuestro Dios "manifiesta su amor infinito y
su dolor", a trav¡õ de su Hijo amado, cuando sufr¡õ momento a
momento derramando su sangre santa, en vez de su ira divina,
colgando de la cruz con clavos, en sus manos y en sus pies,
sobre la cima de la roca eterna, en las afueras de Jerusal¡õ,
en Israel. Porque en el para¡õo nuestro Dios derramo su ira,
con gran dolor en su coraz¡õ en toda su alma santa, por culpa
del pecado.

Pero en el GöËgota, Dios mismo, una vez m¡õ, a trav¡õ de su
Hijo, "su m¡õ alto sacrificio por la humanidad entera",
entonces derrama su amor y su favor infinito, es decir, su
sangre de vida eterna. Para dejarle saber a Ad¡õ y a cada uno
de sus descendientes, en sus millares de todas las familias,
naciones y pueblos, cuanto hab¡õ sufri¡õsu coraz¡õ y su alma
herida por el pecado cometido en contra de ¡õ, en el para¡õo
y consiguientemente d¡õ y noche por toda la tierra, tambi¡õ,
hasta nuestros tiempos, por ejemplo.

Es decir, que el amor y el favor eterno de Dios y la gracia
salvadora de su fruto de vida eterna, de su ÒÜbol Viviente,
est¡õen ti y en cada uno de los tuyos, tambi¡õ, si söËo le
crees a ¡õ y a su promesa bendita, su palabra viva, en tu
coraz¡õ, en el nombre de su Jesucristo. Y Dios ha de apartar
su ira santa de ti, porque no söËo es por un momento, sino
por amor a la vida preciosa y sumamente sagrada de su Hijo
amado: la sangre viva de su Jesucristo, hoy en d¡õ y por los
siglos de los siglos, ¡²l ¡õico Santo posible de Israel y de
la humanidad entera!

Ahora, si sufres por el pecado, entonces ha de ser por la
noche oscura de tu vida, en tus momentos de dolor, por
haberte hecho el mal tu mismo, o por habâÝselo hecho a alg¡õ
inocente, por ejemplo, ya sea por intenci¡õ propia o por
error circunstancial. Pero Dios es bueno para contigo y no te
pagara jam¡õ seg¡õ el mal de ninguno de tus muchos pecados,
en esta vida ni en la venidera, tampoco, sino que su amor y
su favor infinito estar¡õ por siempre a tu lado, para
protegerte as¡õcomo ha protegido a los ¡õgeles del mal de
Lucifer, por ejemplo.

Entonces nuestro Dios te perdona tu mal, "apartando /
alejando tu vida sobrenaturalmente" de su ira infinita, con
tan söËo que invoques su nombre sagrado de su Hijo con tus
labios y as¡õsiempre creas en tu coraz¡õ en su obra mayor de
su vida mesi¡õica, llevada acabo en la tierra de Israel, para
el bien de muchos. Porque el SeãÄr Jesucristo ha descendido
del cielo para nacer y vivir tu vida celestial y terrenal,
tambi¡õ, en el perfecto amor y favor de Dios, aunque no lo
creas posible as¡õ (Pues cr¡õtelo, porque nuestro Dios es un
Dios de milagros, de maravillas y de grandes prodigios, en el
cielo y en toda la tierra, tambi¡õ, en tu vida y en la vida
de cada hombre, mujer, niãÄ y ni¡õ de la humanidad entera,
sin jam¡õ hacer excepci¡õ de ninguna persona por ninguna
raz¡õ.)

Y el SeãÄr Jesucristo ha hecho ¡õte gran bien por ti, para
bendecirte grandemente y eternamente con los poderes
sobrenaturales de sus dones celestiales, de su Espê´itu Santo
y de su gracia salvadora, para que siempre veas la vida
eterna, desde hoy mismo y para la eternidad venidera. Porque
la vida perfecta, en la cual Jesucristo naci¡õen Israel, la
naci¡õpor ti y por cada hombre, mujer, niãÄ y ni¡õ de la
humanidad entera, comenzando con Ad¡õ, por ejemplo, para
cumplir la Ley y la m¡õ sublime voluntad de Dios, en tu
coraz¡õ y en tu alma viviente, para que entonces puedas
vivir, sin jam¡õ morir.

Por esta raz¡õ, Dios mismo ha manifestado su favor infinito
en ti, d¡õdote la vida misma de su ÒÜbol de vida eterna, su
Hijo amado, el SeãÄr Jesucristo, para que jam¡õ te falte
vida, como le falto a Ad¡õ, en su d¡õ de pecado, sino que la
tengas en abundancia, hoy en d¡õ y por siempre en la
eternidad venidera. Es decir, tambi¡õ, que Jesucristo te ha
dado de su vida infinita, la cual "echa a andar en Israel",
para que en sus ¡õtimos d¡õs de su vida, entonces söËo ¡õ
entregarse a s¡õmismo por ti, a tu vida pecadora y a tu
muerte, para que jam¡õ veas la muerte, sino söËo su vida
sagrada en ti, para siempre.

Adem¡õ, el SeãÄr Jesucristo ha hecho esto no söËo por ti,
sino por todos los que aman a nuestro Padre Celestial que
est¡õen los cielos, no para mancharse de tu pecado o de tu
mal eterno, sino por mayores razones que estas. Fue para
entonces, en d¡õs como hoy, por ejemplo, limpiarte de todo
poder de las profundas tinieblas del m¡õ all¡õy as¡õjam¡õ
vuelvas a sufrir los poderes terribles de su ira destructora,
en tu vida terrenal y en tu vida eterna, como Lucifer y sus
secuaces sufren d¡õ y noche en el bajo mundo del infierno,
por ejemplo.

Por lo tanto, has de vivir por siempre "gozando" d¡õ y noche
de los privilegios infinitos del favor de Dios y de sus m¡õ
ricas bendiciones espirituales y terrenales, solamente
posibles en tu vida, si el SeãÄr Jesucristo vive en ti, desde
hoy mismo y por siempre, y hasta que regreses al para¡õo, a
quedarte para siempre con ¡õ. Porque para los ¡õgeles ca¡õos,
como Lucifer, por ejemplo, ya no hay esperanza alguna, ni
menos amor o privilegios eternos del favor de Dios para
ninguno de ellos, en la tierra ni menos en el cielo, para
siempre, en toda la eternidad venidera, sino söËo dolor y
destrucci¡õ infinita en el lago de fuego por haber vivido sus
vidas pecadoras.

En realidad, los ¡õgeles ca¡õos ya no tienen perd¡õ de Dios
ni tampoco su ira podr¡õapartarse de ellos jam¡õ, pero no es
as¡õcon el hombre de toda la tierra. Siempre y cuando, el
hombre reconozca su pecado y a su salvador eterno en su
coraz¡õ, el SeãÄr Jesucristo, para que entonces la ira de
Dios ya no sea para siempre en su vida, sino söËo por un
corto tiempo. Y esto ha de ser en el coraz¡õ del hombre o de
la mujer penitente, hasta que su pecado sea quitado de su
coraz¡õ y de toda su vida, tambi¡õ, por los poderes
sobrenaturales de la gracia infinita, de la sangre viva y del
nombre sobrenatural de su Hijo amado, ¡²l SeãÄr Jesucristo!

Y como Dios te ama tanto, y te lo ha demostrado no söËo con
su palabra sino con su Espê´itu Viviente y sus muchos frutos
sobrenaturales, por ejemplo, entreg¡õdote a su vida misma, su
vida m¡õ preciada y santa de su vida gloriosa y eternamente
honrada del reino de los cielos, su ÒÜbol de vida infinita,
el SeãÄr Jesucristo. Pues lo que Dios quiso hacer con Ad¡õ y
Eva, en el para¡õo, lo ha estado haciendo desde siempre con
cada hombre, mujer, niãÄ y ni¡õ de la humanidad entera,
ofreci¡õdoles a que coman por siempre de su fruto del favor y
de la vida eterna, su ÒÜbol viviente, el ¡õico salvador
posible de sus almas eternas.

Para que en momentos como hoy, por ejemplo, ¡õ mismo y su
Espê´itu, entonces calmar tu dolor y lo quite de tu coraz¡õ,
tambi¡õ, para llenarte de gozo y de felicidad eterna
¡õicamente, para que seas siempre "feliz con ¡õ", y as¡õentonces le sirvas a ¡õ, como tu ¡õico Dios, en la tierra y
en el para¡õo, para siempre. Porque la ira de Dios que est¡õen ti, la puedes muy bien remover de tu vida, en un instante
de fe y de oraci¡õ, invocando su nombre antiguo y
sobrenatural, el cual siempre ha sido honrado por los
millares, de ¡õgeles del reino de los cielos, para que seas
entonces libre de toda condena y muerte eterna, tambi¡õ.

¡¤H DIOS SANTO!, RESP¡õDENOS A NUESTRAS ORACIONES

Por eso, a nuestro Dios, debemos dirigir d¡õ y noche nuestras
oraciones con nuestros ojos del alma, siempre mirando hacia
el cielo y hacia su eternidad, en el nombre santo de su Hijo
amado, el SeãÄr Jesucristo, para que vivamos por siempre söËo
en el tiempo de su buena voluntad, ya sea en la tierra o en
el para¡õo. Para que jam¡õ, en los d¡õs venideros de nuestras
nuevas vidas celestiales, en el m¡õ all¡õ como en el para¡õo
o en su nueva ciudad: La Gran Jerusal¡õ Santa y Eterna, por
ejemplo, entonces no nos vuelva a pasar lo que le sucedi¡õa
Ad¡õ y a Eva, por ejemplo, que pecaron vilmente ante ¡õ.

Y fue por esta raz¡õ, que el amor de Dios fue herido tan
terriblemente, algo que jam¡õ le hab¡õ sucedido a ¡õ, en
todos los d¡õs de su vida santa, como Dios del reino de los
cielos y de toda la tierra. Es m¡õ, nadie lo hab¡õ herido
tanto a ¡õ, a nuestro Padre Celestial, como en el d¡õ que
Ad¡õ peca delante de su presencia santa: al comer del fruto
prohibido.

Porque en el d¡õ que Ad¡õ comi¡õy bebi¡õdel æÆbol de la
ciencia del bien y del mal, para mal de su vida, entonces
Dios mismo fue herido mortalmente en su coraz¡õ santo, para
sangrar por la eternidad, pero sin poder morir jam¡õ; porque
nuestro Dios es eterno y no morir¡õnunca, por nada ni por
nadie. Por lo tanto, fue nuestro Padre Celestial quien sufri¡õmucho por culpa de nuestros pecados, en el d¡õ que Ad¡õ y Eva
pecaron gravemente al comer del fruto prohibido, del æÆbol de
la ciencia del bien y del mal, en el para¡õo, sobre su altar
y sobre la cima de su roca eterna, en el cielo, por ejemplo.

Y este dolor terrible del coraz¡õ y del alma viviente de
nuestro Padre Celestial se traslada a la vida y al cuerpo
santo y eternamente honrado de su Hijo, el SeãÄr Jesucristo,
para derramar no de su ira, sino de su vida y de su sangre
viva, para que el pecador y la pecadora vivan por amor a su
nombre. Porque en el d¡õ que nuestro Dios sinti¡õdolor por
nosotros, entonces esto fue realmente un golpe en su coraz¡õ
santo aun con mayor fuerza y dolor, como cuando el SeãÄr
Jesucristo entregaba su vida por redimirnos a todos nosotros
del poder del pecado y de su muerte, en el para¡õo, en la
tierra y en el infierno, por ejemplo.

Porque as¡õcomo nuestro Dios sufri¡õen el para¡õo, en el d¡õ
que comenz¡õel pecado en la vida de Ad¡õ y de sus
descendientes, pues as¡õse manifest¡õel dolor del SE¡õR en
Jesucristo, ni m¡õ ni menos, sobre la cima de la roca eterna,
colgando del madero, en las afueras de Jerusal¡õ, en Israel,
para terminar con su dolor. Por lo tanto, fue nuestro Padre
Celestial quien realmente "sinti¡õquot; el dolor y la agon¡õ de
nuestros pecados, de nuestras culpas y de nuestras muertes
eternas, en el d¡õ que Ad¡õ le desobedeci¡õy no comi¡õde su
fruto de vida, el SeãÄr Jesucristo, en el epicentro del
para¡õo, como estaba llamado hacerlo as¡õy lo mismo sus
descendientes.

Y realmente pecaron grandemente Ad¡õ y cada uno de sus
descendientes eternos, comenzando con Eva, en contra de ¡õ,
despertando as¡õsu ira infinita, por efecto de las palabras
mentirosas del coraz¡õ malvado, de Lucifer y de los labios de
la serpiente antigua, por ejemplo, pero jam¡õ alejo su favor
del hombre a pesar del dolor profundo de su coraz¡õ. Por
esto, nuestro Dios Infinito, nos ha de resp¡õdeme siempre d¡õ
y noche y sin desistir: a nuestras oraciones, a nuestras
suplicas, a nuestras peticiones, a nuestras intercesiones,
porque nos entiende y por amor a su gran bondad infinita, por
la verdad de su ¡õica salvaci¡õ celestial para todo hombre,
mujer, niãÄ y ni¡õ de la humanidad entera, Jesucristo.

Porque la ¡õica salvaci¡õ que Dios conoce, para el alma
viviente de la tierra, ha sido desde siempre su ÒÜbol de vida
eterna, su Hijo amado, el SeãÄr Jesucristo, viviendo por
siempre en nuestros corazones eternos, siempre libres del mal
y llenos de su amor y de su favor infinito, para con cada uno
de nosotros, para la eternidad venidera. Y ¡õta salvaci¡õ
perfecta de su favor eterno hacia nosotros, nuestro Dios la
tuvo que "ganar" no con el oro, la plata y las muchas
riquezas de las piedras preciosas de su reino celestial, sino
con su vida misma, con su dolor, con su sangre de su coraz¡õ
latiente, para que todo aquel que crea en ¡õ, entonces viva.

Es decir, para que entonces el hombre no vea la muerte jam¡õ,
sino söËo su vida eterna, en la tierra y en el cielo,
tambi¡õ, para siempre, para con ¡õ y para con su ÒÜbol de
vida eterna, rodeado por siempre de sus huestes, de ¡õgeles
gloriosos del m¡õ all¡õ de su nuevo reino celestial. Y es
precisamente, ¡õte espê´itu viviente de la sangre del SeãÄr
Jesucristo es que realmente toca tu coraz¡õ, para limpiarlo
de cada una de las palabras malvadas de Lucifer, las cuales
se rebelaron en contra de nuestro Dios y de su nombre
salvador, su ÒÜbol de vida eterna, el SeãÄr Jesucristo, en el
cielo y por toda la tierra, tambi¡õ.

Y esto es verdad, desde los d¡õs de la antig¡õdad y hasta
nuestros tiempos, por ejemplo, tal como sucede hoy en d¡õ con
todo pecador y con toda pecadora, de la humanidad entera. Por
lo tanto, en ¡õte d¡õ de hoy, por ejemplo, mi estimado
hermano y mi estimada hermana, nuestro Padre Celestial te
limpia de todo mal eterno, de las palabras mentirosas de
Lucifer, de las cuales han llegado a tu vida, por el söËo
hecho de ser descendiente de Ad¡õ y de Eva, para destruirte
en un d¡õ como hoy.

Y as¡õentonces dejar que tu alma se pierda para siempre en tu
enfermedad personal, para que finalmente entonces caigas en
tu muerte eterna, en el fuego candente del infierno, por
ejemplo, de donde jam¡õ podr¡õ volver a ver la vida, sino
söËo muerte, tormento y constante destrucci¡õ a lo que quede
de tu vida antigua, en el m¡õ all¡õ Pero no temas por nada ni
por nadie, tampoco, porque el amor y el favor infinito de
nuestro Dios est¡õ contigo, desde el comienzo de todas las
cosas, en el cielo y en toda tu vida, tambi¡õ, para que
ning¡õ mal eterno toque tu vida, si tan söËo conf¡õs en ¡õ,
por el nombre de su Jesucristo en tu coraz¡õ.

Ya que, nuestro Dios y su Jesucristo tienen poderes
sobrenaturales obrando, en el cielo y en la tierra, para
redimir tu vida de estos males, de los cuales agobian tu
coraz¡õ y tu espê´itu humano, para hacerte libre de tus
enfermedades y de tu muerte eterna, en la tierra y en el m¡õ
all¡õ desde hoy mismo y por siempre. Por lo tanto, el SeãÄr
Jesucristo te limpia d¡õ y noche en los poderes
sobrenaturales de su Espê´itu y de su nombre santo, para que
vivas y entonces cada una de tus oraciones, peticiones,
ruegos e intercesiones a Dios, por ti, por los tuyos y hasta
por tus amistades, entonces sean o¡õas y, a la vez,
contestadas por ¡õ mismo.

Porque nuestro Dios desea satisfacer tu coraz¡õ, en toda
verdad y en toda justicia infinita, en la tierra as¡õcomo
siempre lo ha hecho con cada uno de sus ¡õgeles, en el reino
de los cielos, desde los d¡õs de la antig¡õdad y hasta
nuestros tiempos, por ejemplo. Porque el amor y el favor de
nuestro Dios han sido por siempre, para con todos los que le
aman a ¡õ, söËo por medio de su fruto de vida eterna, su
Cordero Escogido, su Gran Rey Mes¡õs, El Admirable, Emmanuel,
su Hijo amado, ¡²l SeãÄr Jesucristo!

Por esta raz¡õ, lo ¡õico que Dios pide de ti, para comenzar a
ayudarte desde hoy mismo, es tan söËo que le seas fiel a ¡õ,
tu ¡õico Padre Celestial, en la tierra y en el para¡õo, para
siempre, por medio de su fruto de vida eterna, su Hijo amado,
el SeãÄr Jesucristo, y no comas mas del fruto prohibido.
Porque nuestro Padre Celestial nos ha de responder cada
ma¡õna y por siempre con todos los poderes de su Espê´itu y
de su gran bondad infinita, para llenarnos de sus favores d¡õ
y noche por amor a su verdad perfecta, de su salvaci¡õ viva,
su Hijo, Jesucristo, para con cada uno de nosotros, en todos
los lugares de la tierra.

Por eso, es muy bueno, como "en nuestros d¡õs navideãÄs", de
la llegada de nuestro salvador eterno a Israel, entonces
levantemos nuestros corazones en nuestras almas vivas a
nuestro Dios que est¡õen los cielos, para que nos bendiga,
con sus muchas y ricas bendiciones, de las alturas antiguas
aun m¡õ altas que su reino celestial, por ejemplo. Para que
nos toque y nos bendiga m¡õ y m¡õ en sus frutos de vida y de
salud eterna, su ÒÜbol Viviente, su Hijo amado, para que
nuestros corazones sean por siempre llenos de ¡õ y de su
justicia viva e infinita, por ejemplo.

Porque el favor de Dios y de su Hijo Santo es para cada uno
de nosotros, en los poderes sobrenaturales de los dones, de
la vida gloriosa de su Espê´itu Santo, en cada uno de
nuestros corazones y en cada una de nuestras almas vivientes,
tambi¡õ, en la tierra y en el para¡õo, para miles de siglos
venideros. Porque nuestro Dios no es un Dios lejano, sino
cercano; por lo tanto, ¡õ nos responde d¡õ y noche y a cada
hora del d¡õ cada una de nuestras oraciones, peticiones,
deseos, ruegos e intercesiones a ¡õ, por medio del nombre
sagrado, el cual ama su coraz¡õ con gran amor eterno, su Hijo
amado, ¡²l SeãÄr Jesucristo!

NUESTRO SOL Y ESCUDO DE PROTECION ES NUESTRO DIOS ETERNO

Porque la verdad es que "sol y escudo" ha sido por siempre
nuestro Padre Celestial para con cada uno, de todos los
hombres, mujeres, niãÄs y ni¡õs de la humanidad entera, de
los que le han amado söËo a ¡õ, en el espê´itu y en la verdad
infinita de su Hijo amado, el SeãÄr Jesucristo. Porque el
amor y el favor de Dios, para con cada uno de sus ¡õgeles,
hombres, mujeres, niãÄs y ni¡õs, de la humanidad entera, han
sido desde siempre y lo seguir¡õsiendo por la eternidad, su
Hijo amado, ¡²l SeãÄr Jesucristo de Israel y de las naciones
de toda la tierra!

Por lo tanto, gracia y gloria les ha impartido a cada uno de
sus fieles, amantes de su Jesucristo, para que sus corazones
y sus espê´itus humanos sean por siempre felices con ¡õ, en
el poder viviente de su nombre santo, en la tierra y en el
reino de los cielos, tambi¡õ, para siempre. As¡õpues, no
privar¡õdel bien a los que andan en integridad del espê´itu
de fe, de la causa justa de su Hijo, el SeãÄr Jesucristo, en
la tierra de nuestros tiempos y de los que han de venir, en
los d¡õs venideros, por ejemplo, para llenarlos por siempre
de su amor y de sus muchos favores celestiales y terrenales.

Porque el espê´itu de amor y de sus favores infinitos,
cubrir¡õpor siempre toda culpa, toda mancha del pecado y de
su muerte eterna, tambi¡õ, en la vida de cada uno, de sus
hijos e hijas de todas las familias, naciones, pueblos,
reinos, linajes, razas y tribus de la humanidad entera, por
ejemplo. Por lo tanto, nuestro Padre Celestial mismo ha de
"protegernos por siempre", si tan söËo le somos fieles a ¡õ,
por medio del espê´itu del nombre santo, de su Hijo amado,
viviendo en nuestros corazones, desde hoy mismo y para la
eternidad venidera de su nuevo reino celestial, como La Nueva
Jerusal¡õ Santa e Infinita del m¡õ all¡õ

Porque söËo el nombre sagrado de su Hijo, del amor intimo y
perfecto de su vida eterna, el SeãÄr Jesucristo, tiene
poderes y autoridades sobrenaturales, para bendecir el
coraz¡õ y el alma viviente, de cada hombre, mujer, niãÄ y
ni¡õ de la humanidad entera, as¡õcomo ha bendecido por
siempre a cada uno de sus ¡õgeles eternos, del reino
celestial. Porque nada hay en la tierra, ni en el cielo, que
le agrade mucho a nuestro Dios, de söËo ver el nombre sagrado
de su Hijo amado, totalmente honrado en el coraz¡õ de cada
hombre, mujer, niãÄ y ni¡õ de la humanidad entera, para que
entonces vivan por siempre por ¡õ, en la eternidad venidera,
de su nuevo reino venidero.

Es por eso, que ¡õ mismo se ha puesto, como "sol y escudo",
para salvaguardarnos de los males, de las palabras
mentirosas, de Lucifer y de sus ¡õgeles ca¡õos, que hayan no
söËo entrado en nuestros corazones, porque somos herederos de
Ad¡õ, pero de los que han de venir despu¡õ tambi¡õ: a la vida
de la tierra y del para¡õo. Porque el enemigo de nuestras
almas, siempre ha intentado atacarnos, de una manera u otra,
d¡õ y noche, para alejarnos del favor de la verdad y de la
justicia de nuestro Dios, y especialmente en los d¡õs
venideros, tambi¡õ, mucho antes que entremos al nuevo reino
de Dios, por ejemplo, ha gozar de la vida perfecta de nuestro
ÒÜbol Viviente.

Puesto que, nuestro enemigo es incansable para hacer el mal y
alejarnos eternamente del amor y del favor de nuestro
Creador; porque la verdad es que Lucifer desea destruir a
Jesucristo y a su nombre santo de nuestros corazones y de
nuestras almas vivientes, tambi¡õ, para que jam¡õ vivamos
para nuestro Dios y Padre Celestial que est¡õen los cielos.
Por tanto, nuestro Dios jam¡õ le ha dejar salirse con la
suya, con ninguno de todos nosotros, de los que hemos cre¡õo
en nuestros corazones y confesado con nuestros labios, el
nombre salvador de nuestras vidas, su Hijo amado, Jesucristo.

Porque söËo el SeãÄr Jesucristo nos podr¡õlibrar por siempre
de los males eternos, de Lucifer y de sus secuaces, sean
¡õgeles ca¡õos u hombres de gran maldad de la tierra o del
m¡õ all¡õ tambi¡õ. Porque Lucifer no söËo se acerca a
nuestras vidas para destruirlas con sus palabras, de gran
mentira y de gran maldad infinita, sino que tambi¡õ se acerca
con las malas obras de sus seguidores, ¡õgeles ca¡õos y
hombres de gran pecado y de gran decepci¡õ de toda la tierra,
para destruirnos, de una vez por todas y para siempre.

Y la manera que Lucifer ataca al coraz¡õ y al alma preciosa
de todo hombre, mujer, niãÄ y ni¡õ de la humanidad entera, es
primeramente "destruyendo todo lo que sea del SeãÄr
Jesucristo, el amor y el favor perfecto de Dios en nuestros
corazones y en nuestras vidas eternas, tambi¡õ". Porque sin
el SeãÄr Jesucristo en nuestras vidas, entonces nuestro Dios
y su Espê´itu Santo no pueden hacer nada por ninguno de
nosotros, por m¡õ seres humanos o humanitarios que seamos en
la tierra, con nosotros mismos y con nuestro prï¡imo, por
ejemplo.

Porque la humanidad entera del hombre, con sus riquezas y
sabidur¡õs o grandes logros en su vida, no lo podr¡õ jam¡õ
redimir de ning¡õ mal, en la tierra ni menos en el m¡õ all¡õ
como en el infierno o el lago de fuego eterno, por ejemplo.
Solamente el fruto de vida eterna, el cual nuestro Dios le
ofreci¡õa Ad¡õ, por ejemplo, para redimir su vida de los
males venideros que podr¡õn llegar a su vida, por medio de la
palabra, de gran mentira de Lucifer, es que hoy tambi¡õ puede
"salvaguardar" a todo hombre, mujer, niãÄ y ni¡õ de la
humanidad entera, si söËo cre¡õ

Entonces nuestro Dios no ha cesado jam¡õ de entregarle /
suplirle gloria y gracia a cada uno de los descendientes de
Ad¡õ, para que no muera en el pecado de las palabras
mentirosas de Lucifer o de los ¡õgeles ca¡õos, por ejemplo,
sino que vivan infinitamente para ¡õ, en la tierra y en el
cielo, creyendo en sus corazones en Jesucristo. Por esta
raz¡õ, nuestro Dios jam¡õ privara de ning¡õ bien, a ninguno
de sus fieles a ¡õ y a su nombre santo, de todos los que
hayan llegado a creer en sus corazones, en la vida y en la
obra sagrada de su Hijo amado, el SeãÄr Jesucristo.

Obra santa y perfecta, la cual llevo acabo sobre la cima de
la roca eterna, en las afueras de Jerusal¡õ, en Israel,
nuestro SeãÄr Jesucristo, en un d¡õ como hoy, por ejemplo,
para manifestar al mundo, no tanto su dolor personal, sino el
de Dios por el hombre que sinti¡õpor vez primera en el
para¡õo, cuando pecaba ciegamente. Y as¡õentonces ponerle fin
no söËo al pecado de Ad¡õ, sino tambi¡õ al de la humanidad
entera. Porque nuestro Padre Celestial fue el primero quien
realmente sufri¡õel dolor de su coraz¡õ sant¡õimo, al ver al
hombre, a Ad¡õ y a cada uno de sus descendientes, obra
perfecta de sus manos santas, plagado del mal eterno y cruel
del pecado y de su muerte infinita, en la tierra y en el m¡õ
all¡õ como en el infierno.

Adem¡õ, ¡õte dolor del coraz¡õ y del alma sant¡õima de
nuestro Padre Celestial por nosotros haber pecado en contra
de ¡õ y de su ÒÜbol de vida eterna, el SeãÄr Jesucristo, no
lo entend¡õ nadie, sino söËo su Hijo Santo, el Cristo de
Israel y de la humanidad entera. Por esta raz¡õ, el SeãÄr
Jesucristo nos ama con un amor eterno, ¡õico de Dios y de su
Espê´itu Santo, en el reino de los cielos y por toda la
tierra, para jam¡õ dejarnos ir por los caminos de maldad de
la tierra y del m¡õ all¡õ sin haber gustado primero de su
fruto de vida infinita, su Hijo, Jesucristo.

Por lo tanto, söËo favores y gracia infinita han de ser de
parte de nuestro Dios, para bendecir el coraz¡õ y el espê´itu
humano de todo hombre, mujer, niãÄ y ni¡õ, de buena voluntad
y de buena fe, en todos los rincones de la tierra, de hoy en
d¡õ y de siempre, en la eternidad venidera. Efectivamente, en
d¡õs navideãÄs como hoy, por ejemplo, mi estimado hermano y
mi estimado hermana, Dios mismo desea llenar tu vida de sus
muchos dones de favores, para que te guarden del mal y as¡õjam¡õ ning¡õ bien de su coraz¡õ y de su vida sant¡õima te
falte a ti ni a ninguno de los tuyos, tambi¡õ, para siempre.


El amor (Espê´itu Santo) de nuestro Padre Celestial y de su
Jesucristo es contigo.


¡£ultura y paz para todos, hoy y siempre!


D¡õale al SeãÄr, nuestro Padre Celestial, de todo coraz¡õ, en
el nombre del SeãÄr Jesucristo: Nuestras almas te aman,
SeãÄr. Nuestras almas te adoran, Padre nuestro. Nuestras
almas te rinden gloria y honra a tu nombre y obra santa y
sobrenatural, en la tierra y en el cielo, tambi¡õ, para
siempre, Padre Celestial, en el nombre de tu Hijo amado, el
SeãÄr Jesucristo.

LOS ¡õOLOS SON UNA OFENSA / AFRENTA A LA LEY PERFECTA DE DIOS

Es por eso que los ¡õolos han sido desde siempre: un tropiezo
a la verdad de Dios y al poder de Dios en tu vida. Un
tropiezo eterno, para que la omnipotencia de Dios no obre en
tu vida de acuerdo, a la voluntad perfecta del Padre
Celestial y de su Espê´itu Eterno. Pero todo esto tiene un
fin en tu vida, en ¡õta misma hora crucial de tu vida. Has de
pensar quiz¡õque el fin de todos los males de los ¡õolos
termine, cuando llegues al fin de tus d¡õs. Pero esto no es
verdad. Los ¡õolos con sus espê´itus inmundos te seguir¡õ
atormentando d¡õ y noche entre las llamas ardientes del fuego
del infierno, por haber desobedecido a la ley viviente de
Dios. En verdad, el fin de todos estos males est¡õaqu¡õcontigo, en el d¡õ de hoy. Y ¡õte es el SeãÄr Jesucristo.
Cree en ¡õ, en espê´itu y en verdad. Usando siempre tu fe en
¡õ, escaparas los males, enfermedades y los tormentos eternos
de la presencia terrible de los ¡õolos y de sus huestes de
espê´itus infernales en tu vida y en la vida de cada uno de
los tuyos tambi¡õ, en la eternidad del reino de Dios. Porque
en el reino de Dios su ley santa es de d¡õ en d¡õ honrada y
exaltada en gran manera, por todas las huestes de sus santos
¡õgeles. Y t¡õcon los tuyos, mi estimado hermano, mi estimada
hermana, has sido creado para honrar y exaltar cada letra,
cada palabra, cada oraci¡õ, cada tilde, cada categor¡õ de
bendici¡õ terrenal y celestial, cada honor, cada dignidad,
cada seãÄr¡õ, cada majestad, cada poder, cada decoro, y cada
vida humana y celestial con todas de sus muchas y ricas
bendiciones de la tierra, del d¡õ de hoy y de la tierra santa
del m¡õ all¡õ tambi¡õ, en el reino santo de Dios y de su Hijo
amado, ¡²l SeãÄr Jesucristo!, £®l Todopoderoso de Israel y de
las naciones!

S¡õO ESTA LEY (SIN ROMPERLA) ES LA LEY VIVIENTE DE DIOS

Esta es la ¡õica ley santa de Dios y del SeãÄr Jesucristo en
tu coraz¡õ, para bendecirte, para darte vida y vida en
abundancia, en la tierra y en el cielo para siempre. Y te ha
venido diciendo as¡õ desde los d¡õs de la antig¡õdad, desde
los lugares muy altos y santos del reino de los cielos:

PRIMER MANDAMIENTO: "No tendr¡õ otros dioses delante de m¡õquot;.

SEGUNO MANDAMIENTO: "No te har¡õ imagen, ni ninguna semejanza
de lo que est¡õarriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni
en las aguas debajo de la tierra. No te inclinar¡õ ante ellas
ni les rendir¡õ culto, porque yo soy Jehov¡õtu Dios, un Dios
celoso que castigo la maldad de los padres sobre los hijos,
sobre la tercera y sobre la cuarta generaci¡õ de los que me
aborrecen. Pero muestro misericordia por mil generaciones a
los que me aman y guardan mis mandamientos".

TERCER MANDAMIENTO: "No tomar¡õ en vano el nombre de Jehov¡õtu Dios, porque ¡õ no dar¡õpor inocente al que tome su nombre
en vano".

CUARTO MANDAMIENTO: "AcuâÝdate del d¡õ del s¡õado para
santificarlo. Seis d¡õs trabajar¡õ y har¡õ toda tu obra, pero
el s¡õtimo d¡õ ser¡õs¡õado para Jehov¡õtu Dios. No har¡õ en
ese d¡õ obra alguna, ni t¡õ ni tu hijo, ni tu hija, ni tu
siervo, ni tu sierva, ni tu animal, ni el forastero que est¡õdentro de tus puertas. Porque en seis d¡õs Jehov¡õhizo los
cielos, la tierra y el mar, y todo lo que hay en ellos, y
repos¡õen el s¡õtimo d¡õ. Por eso Jehov¡õbendijo el d¡õ del
s¡õado y lo santific¡õquot;.

QUINTO MANDAMIENTO: "Honra a tu padre y a tu madre, para que
tus d¡õs se prolonguen sobre la tierra que Jehov¡õtu Dios te
da".

SEXTO MANDAMIENTO: "No cometer¡õ homicidio".

SEPTIMO MANDAMIENTO: "No cometer¡õ adulterio".

OCTAVO MANDAMIENTO: "No robar¡õ".

NOVENO MANDAMIENTO: "No dar¡õ falso testimonio en contra de
tu prï¡imo".

DECIMO MANDAMIENTO: "No codiciar¡õ la casa de tu prï¡imo; no
codiciar¡õ la mujer de tu prï¡imo, ni su siervo, ni su
sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu
prï¡imo".

Entr¡õale tu atenci¡õ al Espê´itu de Dios y d¡õhazte de todos
estos males en tu hogar, en tu vida y en la vida de cada uno
de los tuyos, tambi¡õ. Hazlo as¡õy sin mas demora alguna, por
amor a la Ley santa de Dios, en la vida de cada uno de los
tuyos. Porque ciertamente ellos desean ser libres de sus
¡õolos y de sus im¡õenes de talla, aunque t¡õno lo veas as¡õ
en ¡õta hora crucial para tu vida y la vida de los tuyos,
tambi¡õ. Y t¡õtienes el poder, para ayudarlos a ser libres de
todos estos males, de los cuales han llegado a ellos, desde
los d¡õs de la antig¡õdad, para seguir destruyendo sus vidas,
en el d¡õ de hoy. Y Dios no desea continuar viendo estos
males en sus vidas, sino que söËo ¡õ desea ver vida y vida en
abundancia, en cada naci¡õ y en cada una de sus muchas
familias, por toda la tierra.

Esto es muy importante: Oremos junto, en el nombre del SeãÄr
Jesucristo. Vamos todos a orar juntos, por unos momentos. Y
digamos juntos la siguiente oraci¡õ de Jesucristo delante de
la presencia santa del Padre Celestial, nuestro Dios y
salvador de todas nuestras almas:

ORACI¡õ DEL PERD¡õ

Padre nuestro que est¡õ en los cielos: santificada sea la
memoria de tu nombre que mora dentro de Jesucristo, tu hijo
amado. Venga tu reino, sea hecha tu voluntad, como en el
cielo as¡õtambi¡õ en la tierra. El pan nuestro de cada d¡õ,
d¡õoslo hoy. Perd¡õanos nuestras deudas, como tambi¡õ
nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en
tentaci¡õ, mas l¡õranos del mal. Porque tuyo es el reino, el
poder y la gloria por todos los siglos. Am¡õ.

Porque si perdon¡õs a los hombres sus ofensas, vuestro Padre
Celestial tambi¡õ os perdonar¡õa vosotros. Pero si no
perdon¡õs a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonar¡õvuestras ofensas.

Por lo tanto, el SeãÄr Jes¡õ dijo, "Yo soy el CAMINO, y la
VERDAD, y la VIDA ETERNA; nadie PUEDE VENIR al PADRE SANTO,
sino es POR M¡õquot;. Juan 14:

NADIE MÃÓ TE PUEDE SALVAR.

¡£ONF¡õ EN JES¡õ HOY!

MA¡õNA QUIZAS SEA DEMASIADO TARDE.

YA MA¡õNA ES DEMASIADO TARDE PARA MUCHOS, QUE NO LO SEA PARA
TI Y LOS TUYOS, EN EL D¡õ DE HOY.

- Reconoce que eres PECADOR en necesidad, de ser SALVO de
¡õte MUNDO y su MUERTE.

Disp¡õte a dejar el pecado (arrepi¡õtete):

Cree que Jesucristo muri¡õpor ti, fue sepultado y resucito al
tercer d¡õ por el Poder Sagrado del Espê´itu Santo y deja que
entr¡õen tu vida y sea tu ¡õICO SALVADOR Y SE¡õR EN TU VIDA.

QUIZ¡õTE PREGUNTES HOY: ìäUE ORAR? O 墡õO ORAR? O ìäU¡õDECIRLE AL SE¡õR SANTO EN ORACI¡õ? -HAS LO SIGUIENTE, y di:
Dios m¡õ, soy un pecador y necesito tu perd¡õ. Creo que
Jesucristo ha derramado su SANGRE PRECIOSA y ha muerto por mi
pecado. Estoy dispuesto a dejar mi pecado. Invito a Cristo a
venir a mi coraz¡õ y a mi vida, como mi SALVADOR.

Ôóceptaste a Jes¡õ, como tu Salvador?  ÌÌ¡õ_____?  O ÉÕo
_____?

å£echa? ÌÌ¡õ____?  O ÉÕo _____?

Si tu respuesta fue Si, entonces esto es solo el principio de
una nueva maravillosa vida en Cristo. Ahora:

Lee la Biblia cada d¡õ para conocer mejor a Cristo. Habla con
Dios, orando todos los d¡õs en el nombre de JES¡õ. Bautî¬ate
en AGUA y en El ESPêÁITU SANTO DE DIOS, adora, re¡õete y
sirve con otros cristianos en un Templo donde Cristo es
predicado y la Biblia es la suprema autoridad. Habla de
Cristo a los dem¡õ.

Recibe ayuda para crecer como un nuevo cristiano. Lee libros
cristianos que los hermanos Pentecost¡õ o pastores del
evangelio de Jes¡õ te recomienden leer y te ayuden a entender
mas de Jes¡õ y su palabra sagrada, la Biblia. Libros
cristianos est¡õ disponibles en gran cantidad en diferentes
temas, en tu librer¡õ cristiana inmediata a tu barrio,
entonces visita a las librer¡õs cristianas con frecuencia,
para ver que clase de libros est¡õa tu disposici¡õ, para que
te ayuden a estudiar y entender las verdades de Dios.

Te doy las gracias por leer m¡õlibro que he escrito para ti,
para que te goces en la verdad del Padre Celestial y de su
Hijo amado y as¡õcomiences a crecer en ¡õ, desde el d¡õ de
hoy y para siempre.

El salmo 122, en la Santa Biblia, nos llama a pedir por la
paz de Jerusal¡õ d¡õ a d¡õ y sin cesar, en nuestras
oraciones. Porque ¡õta es la tierra, desde donde Dios lanzo
hacia todos los continentes de la tierra: todas nuestras
bendiciones y salvaci¡õ eterna de nuestras almas vivientes. Y
nos dice Dios mismo, en su Espê´itu Eterno: "Vivan tranquilos
los que te aman.  Haya paz dentro de tus murallas y
tranquilidad en tus palacios, Jerusal¡õ". Por causa de mis
hermanos y de mis amigos, dir¡õyo: "Haya paz en ti, siempre
Jerusal¡õ". Por causa de la casa de Jehov¡õnuestro Dios, en
el cielo y en la tierra: implorar¡õpor tu bien, por siempre.

El libro de salmos 150, en la Santa Biblia, declara el
Espê´itu de Dios a toda la humanidad, dici¡õdole y
asegur¡õdole: - Qu¡õtodo lo que respira, alabe el nombre de
Jehov¡õde los EjâÝcitos, ¡²l Todopoderoso! Y esto es, de toda
letra, de toda palabra, de todo instrumento y de todo
coraz¡õ, con su voz tiene que rendirle el hombre: gloria y
loor al nombre santo de Dios, en la tierra y en las alturas,
como antes y como siempre, por la eternidad.



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El amor (Espê´itu Santo) de nuestro Padre Celestial y de su
Jesucristo es contigo.


¡£ultura y paz para todos, hoy y siempre!


D¡õale al SeãÄr, nuestro Padre Celestial, de todo coraz¡õ, en
el nombre del SeãÄr Jesucristo: Nuestras almas te aman,
SeãÄr. Nuestras almas te adoran, Padre nuestro. Nuestras
almas te rinden gloria y honra a tu nombre y obra santa y
sobrenatural, en la tierra y en el cielo, tambi¡õ, para
siempre, Padre Celestial, en el nombre de tu Hijo amado, el
SeãÄr Jesucristo.

LOS ¡õOLOS SON UNA OFENSA / AFRENTA A LA LEY PERFECTA DE DIOS

Es por eso que los ¡õolos han sido desde siempre: un tropiezo
a la verdad de Dios y al poder de Dios en tu vida. Un
tropiezo eterno, para que la omnipotencia de Dios no obre en
tu vida de acuerdo, a la voluntad perfecta del Padre
Celestial y de su Espê´itu Eterno. Pero todo esto tiene un
fin en tu vida, en ¡õta misma hora crucial de tu vida. Has de
pensar quiz¡õque el fin de todos los males de los ¡õolos
termine, cuando llegues al fin de tus d¡õs. Pero esto no es
verdad. Los ¡õolos con sus espê´itus inmundos te seguir¡õ
atormentando d¡õ y noche entre las llamas ardientes del fuego
del infierno, por haber desobedecido a la ley viviente de
Dios. En verdad, el fin de todos estos males est¡õaqu¡õcontigo, en el d¡õ de hoy. Y ¡õte es el SeãÄr Jesucristo.
Cree en ¡õ, en espê´itu y en verdad. Usando siempre tu fe en
¡õ, escaparas los males, enfermedades y los tormentos eternos
de la presencia terrible de los ¡õolos y de sus huestes de
espê´itus infernales en tu vida y en la vida de cada uno de
los tuyos tambi¡õ, en la eternidad del reino de Dios. Porque
en el reino de Dios su ley santa es de d¡õ en d¡õ honrada y
exaltada en gran manera, por todas las huestes de sus santos
¡õgeles. Y t¡õcon los tuyos, mi estimado hermano, mi estimada
hermana, has sido creado para honrar y exaltar cada letra,
cada palabra, cada oraci¡õ, cada tilde, cada categor¡õ de
bendici¡õ terrenal y celestial, cada honor, cada dignidad,
cada seãÄr¡õ, cada majestad, cada poder, cada decoro, y cada
vida humana y celestial con todas de sus muchas y ricas
bendiciones de la tierra, del d¡õ de hoy y de la tierra santa
del m¡õ all¡õ tambi¡õ, en el reino celestial de Dios y de su
Hijo amado, ¡²l SeãÄr Jesucristo!, £®l Todopoderoso de Israel
y de las naciones!

S¡õO ESTA LEY (SIN ROMPERLA) ES LA LEY VIVIENTE DE DIOS

Esta es la ¡õica ley santa de Dios y del SeãÄr Jesucristo en
tu coraz¡õ, para bendecirte, para darte vida y vida en
abundancia, en la tierra y en el cielo para siempre. Y te ha
venido diciendo as¡õ desde los d¡õs de la antig¡õdad, desde
los lugares muy altos y santos del reino de los cielos:

PRIMER MANDAMIENTO: "No tendr¡õ otros dioses delante de m¡õquot;.

SEGUNO MANDAMIENTO: "No te har¡õ imagen, ni ninguna semejanza
de lo que est¡õarriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni
en las aguas debajo de la tierra. No te inclinar¡õ ante ellas
ni les rendir¡õ culto, porque yo soy Jehov¡õtu Dios, un Dios
celoso que castigo la maldad de los padres sobre los hijos,
sobre la tercera y sobre la cuarta generaci¡õ de los que me
aborrecen. Pero muestro misericordia por mil generaciones a
los que me aman y guardan mis mandamientos".

TERCER MANDAMIENTO: "No tomar¡õ en vano el nombre de Jehov¡õtu Dios, porque ¡õ no dar¡õpor inocente al que tome su nombre
en vano".

CUARTO MANDAMIENTO: "AcuâÝdate del d¡õ del s¡õado para
santificarlo. Seis d¡õs trabajar¡õ y har¡õ toda tu obra, pero
el s¡õtimo d¡õ ser¡õs¡õado para Jehov¡õtu Dios. No har¡õ en
ese d¡õ obra alguna, ni t¡õ ni tu hijo, ni tu hija, ni tu
siervo, ni tu sierva, ni tu animal, ni el forastero que est¡õdentro de tus puertas. Porque en seis d¡õs Jehov¡õhizo los
cielos, la tierra y el mar, y todo lo que hay en ellos, y
repos¡õen el s¡õtimo d¡õ. Por eso Jehov¡õbendijo el d¡õ del
s¡õado y lo santific¡õquot;.

QUINTO MANDAMIENTO: "Honra a tu padre y a tu madre, para que
tus d¡õs se prolonguen sobre la tierra que Jehov¡õtu Dios te
da".

SEXTO MANDAMIENTO: "No cometer¡õ homicidio".

SEPTIMO MANDAMIENTO: "No cometer¡õ adulterio".

OCTAVO MANDAMIENTO: "No robar¡õ".

NOVENO MANDAMIENTO: "No dar¡õ falso testimonio en contra de
tu prï¡imo".

DECIMO MANDAMIENTO: "No codiciar¡õ la casa de tu prï¡imo; no
codiciar¡õ la mujer de tu prï¡imo, ni su siervo, ni su
sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu
prï¡imo".

Entr¡õale tu atenci¡õ al Espê´itu de Dios y deshazte de todos
estos males en tu hogar, en tu vida y en la vida de cada uno
de los tuyos, tambi¡õ. Hazlo as¡õy sin mas demora alguna, por
amor a la Ley santa de Dios, en la vida de cada uno de los
tuyos. Porque ciertamente ellos desean ser libres de sus
¡õolos y de sus im¡õenes de talla, aunque t¡õno lo veas as¡õ
en ¡õta hora crucial para tu vida y la vida de los tuyos,
tambi¡õ. Y t¡õtienes el poder, para ayudarlos a ser libres de
todos estos males, de los cuales han llegado a ellos, desde
los d¡õs de la antig¡õdad, para seguir destruyendo sus vidas,
en el d¡õ de hoy. Y Dios no desea continuar viendo estos
males en sus vidas, sino que söËo ¡õ desea ver vida y vida en
abundancia, en cada naci¡õ y en cada una de sus muchas
familias, por toda la tierra.

Esto es muy importante: Oremos junto, en el nombre del SeãÄr
Jesucristo. Vamos todos a orar juntos, por unos momentos. Y
digamos juntos la siguiente oraci¡õ de Jesucristo delante de
la presencia santa del Padre Celestial, nuestro Dios y
salvador de todas nuestras almas:

ORACI¡õ DEL PERD¡õ

Padre nuestro que est¡õ en los cielos: santificada sea la
memoria de tu nombre que mora dentro de Jesucristo, tu hijo
amado. Venga tu reino, sea hecha tu voluntad, como en el
cielo as¡õtambi¡õ en la tierra. El pan nuestro de cada d¡õ,
d¡õoslo hoy. Perd¡õanos nuestras deudas, como tambi¡õ
nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en
tentaci¡õ, mas l¡õranos del mal. Porque tuyo es el reino, el
poder y la gloria por todos los siglos. Am¡õ.

Porque si perdon¡õs a los hombres sus ofensas, vuestro Padre
Celestial tambi¡õ os perdonar¡õa vosotros. Pero si no
perdon¡õs a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonar¡õvuestras ofensas.

Por lo tanto, el SeãÄr Jes¡õ dijo, "Yo soy el CAMINO, y la
VERDAD, y la VIDA ETERNA; nadie PUEDE VENIR al PADRE SANTO,
sino es POR M¡õquot;. Juan 14:

NADIE MÃÓ TE PUEDE SALVAR.

¡£ONF¡õ EN JES¡õ HOY!

MA¡õNA QUIZAS SEA DEMASIADO TARDE.

YA MA¡õNA ES DEMASIADO TARDE PARA MUCHOS, QUE NO LO SEA PARA
TI Y LOS TUYOS, EN EL D¡õ DE HOY.

- Reconoce que eres PECADOR en necesidad, de ser SALVO de
¡õte MUNDO y su MUERTE.

Disponte a dejar el pecado (arrepi¡õtete):

Cree que Jesucristo muri¡õpor ti, fue sepultado y resucito al
tercer d¡õ por el Poder Sagrado del Espê´itu Santo y deja que
entr¡õen tu vida y sea tu ¡õICO SALVADOR Y SE¡õR EN TU VIDA.

QUIZ¡õTE PREGUNTES HOY: ìäUE ORAR? O 墡õO ORAR? O ìäU¡õDECIRLE AL SE¡õR SANTO EN ORACI¡õ? -HAS LO SIGUIENTE, y di:
Dios m¡õ, soy un pecador y necesito tu perd¡õ. Creo que
Jesucristo ha derramado su SANGRE PRECIOSA y ha muerto por mi
pecado. Estoy dispuesto a dejar mi pecado. Invito a Cristo a
venir a mi coraz¡õ y a mi vida, como mi SALVADOR.

Ôóceptaste a Jes¡õ, como tu Salvador?  ÌÌ¡õ_____?  O ÉÕo
_____?

å£echa? ÌÌ¡õ____?  O ÉÕo _____?

Si tu respuesta fue Si, entonces esto es solo el principio de
una nueva maravillosa vida en Cristo. Ahora:

Lee la Biblia cada d¡õ para conocer mejor a Cristo. Habla con
Dios, orando todos los d¡õs en el nombre de JES¡õ. Bautî¬ate
en AGUA y en El ESPêÁITU SANTO DE DIOS, adora, re¡õete y
sirve con otros cristianos en un Templo donde Cristo es
predicado y la Biblia es la suprema autoridad. Habla de
Cristo a los dem¡õ.

Recibe ayuda para crecer como un nuevo cristiano. Lee libros
cristianos que los hermanos Pentecost¡õ o pastores del
evangelio de Jes¡õ te recomienden leer y te ayuden a entender
mas de Jes¡õ y su palabra sagrada, la Biblia. Libros
cristianos est¡õ disponibles en gran cantidad en diferentes
temas, en tu librer¡õ cristiana inmediata a tu barrio,
entonces visita a las librer¡õs cristianas con frecuencia,
para ver que clase de libros est¡õa tu disposici¡õ, para que
te ayuden a estudiar y entender las verdades de Dios.

Te doy las gracias por leer m¡õlibro que he escrito para ti,
para que te goces en la verdad del Padre Celestial y de su
Hijo amado y as¡õcomiences a crecer en ¡õ, desde el d¡õ de
hoy y para siempre.

El salmo 122, en la Santa Biblia, nos llama a pedir por la
paz de Jerusal¡õ d¡õ a d¡õ y sin cesar, en nuestras
oraciones. Porque ¡õta es la tierra, desde donde Dios lanzo
hacia todos los continentes de la tierra: todas nuestras
bendiciones y salvaci¡õ eterna de nuestras almas vivientes. Y
nos dice Dios mismo, en su Espê´itu Eterno: "Vivan tranquilos
los que te aman.  Haya paz dentro de tus murallas y
tranquilidad en tus palacios, Jerusal¡õ". Por causa de mis
hermanos y de mis amigos, dir¡õyo: "Haya paz en ti, siempre
Jerusal¡õ". Por causa de la casa de Jehov¡õnuestro Dios, en
el cielo y en la tierra: implorar¡õpor tu bien, por siempre.

El libro de salmos 150, en la Santa Biblia, declara el
Espê´itu de Dios a toda la humanidad, dici¡õdole y
asegur¡õdole: - Qu¡õtodo lo que respira, alabe el nombre de
Jehov¡õde los EjâÝcitos, ¡²l Todopoderoso! Y esto es, de toda
letra, de toda palabra, de todo instrumento y de todo
coraz¡õ, con su voz tiene que rendirle el hombre: gloria y
loor al nombre santo de Dios, en la tierra y en las alturas,
como antes y como siempre, por la eternidad.



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